Giotto
Giotto di Bondone, mejor conocido
solo por su nombre de pila (Colle di
Vespignano, 1267 - Florencia, 8 de enero de 1337)
fue un notable pintor, escultor y arquitecto italiano del Trecento.
El Trecento es un
período de la Historia del Arte que sigue a la Edad
Media en Italia. Su diferencia viene del hecho de que este derrotero
va a acabar en el principio del Renacimiento, lo que cambiará todo el
panorama artístico europeo. Se desarrolla a lo largo de todo el siglo XIV,
y se encuentra justo antes de la primera fase del movimiento conocido
como Primero Renacimiento, o Quattrocento.
La pintura del período muestra
muchos trípticos y usa sencillas hojas de oro que representan el
carácter de Dios.
Pero los artistas más importantes se
dieron en la República de Siena y sobre todo, en Florencia.
Aunque el pintor y arquitecto Taddeo Gaddi destaca en este periodo, su máximo
representante es Giotto, a quien se atributen las soberbias obras de
la Capilla de los Scrovegni y la serie de la vida de San
Francisco.
Giotto fue uno de los primeros pintores que comenzó a romper con
las limitaciones del arte bizantino de figuras planas y simbólicas de la Baja
Edad Media. Adoptó el lenguaje visual de la escultura y dotó a sus figuras de
peso y volumen. No tenía conocimientos técnicos avanzados de anatomía o
perspectiva, pero destacó por su realismo en su tiempo y sus pinturas eran
consideradas "milagros del naturalismo" por sus contemporáneos.
Una de las obras más importantes de Giotto
es El Prendimiento De Jesús, fue pintada entre 1302-1305, por
lo que pertenece al periodo de Renacimiento Italiano (Trecento). Actualmente la
podemos encontrar en la Capilla de los Scrovegni, que centra el
registro inferior del muro sur, realizada mediante la técnica del fresco, con
retoque al temple o seco fresco. Giotto consiguió el procedimiento habitual de
preparación de muro, pero cambió la manera de preparar los colores con el jugo
clasificado de yemas de arbustos, higos verdes y otras sustancias menos
olorosas.
Como se
puede apreciar es de temática religiosa, típica de este movimiento y representa
el beso de Judas. En primer plano encontramos el
beso de esta traición con protagonistas a Judas y Jesús. Destaca la tensión que
reflejan los protagonistas: Judas
rodea con su manto, de increíble
tratamiento, y se acerca a Jesús para delatarlo con su beso, mientras éste
permanece estático. Las dos figuras se miran fijamente, convirtiéndose este
hecho en el que más claramente ilustra el contenido del episodio El resto de
los personajes reflejan la confusión y el dramatismo de la escena. Fariseos y
soldados con sus armas comienzan el enfrentamiento al fondo y a la derecha
mientras que a la izquierda, se presenta Pedro cortándole la oreja a Malco,
Ambos
acontecimientos, tanto por el beso, como por la batalla y Pedro cortándole la
oreja a Malco, son contradictorias entre sí.
Por otro
lado, los colores de esta obra son predominantemente los colores
intermedios o terciarios, son
los que se obtienen mediante la unión de un color primario con uno
secundario. Entre ellos el más destacable es el verde azulado, situado en el
fondo de la imagen y en algún ropaje.
Tambien
podemos encontrar colores cálidos como el amarillo anaranjado en el manto de
Judas, en las antorchas e incluso en las aureolas, colores rojos anaranjados,
como el fuego de las antorchas y ropajes de soldados.
Su
concepción volumétrica y monumental es la consecuencia de la importancia que da
al dibujo y de la utilización de la luz que modela las figuras y matiza los
colores creando efectos de claroscuro, como se puede apreciar en la capa de
Judas.
El
dramatismo de la escena también los consiguió por un tratamiento tan expresivo
que da a los gestos y actitudes de sus personas, lo que indica una observación
de la realidad, algo inusual de la época.
Presenta
una gran preocupación por la profundidad. Su obra está presidida por una
preocupación espacial constante, que se refleja en los encuadramientos
escenográficos de sus pinturas, unas veces conseguidos a base de arquitectura y
otras, como en esta pintura con árboles aislados, paisaje esquemático: Giotto
abandona los fondos planos e impone la modernidad en sus representaciones a
través de marcos reales, que sirven como escenario a las figuras, que son los
verdaderos protagonistas de las pinturas.
En esta
obra se puede apreciar la importancia que tuvo Giotto a finales del Gótico y
principios del Renacimiento: se aparta de la tradición del idealismo y se
vuelve hacia la realidad.
En primer
lugar desaparecen los fondos dorados, referencia a la luz como símbolo de
divinidad ya que Dios es la luz por excelencia. Sin embargo, en la pintura de
Giotto el espacio es un espacio concreto que refleja la Naturaleza. Introduce
elementos ambientales y crea una auténtica idea del espacio, aunque la
representación del paisaje sea todavía convencional como se aprecia en las
formas angulosas y acartonadas de las montañas o el carácter
escenográfico de los encuadramientos arquitectónicos. En este espacio
concreto las figuras adquieren volumen a través del modelado, tienen
peso, una realidad física y corpórea así casi monumental y se mueven en el espacio.
Frente al
carácter simbólico y narrativo del arte anterior, en su obra existe ya una
nueva dimensión humana, un interés por la representación de los sentimientos,
un indagación en los secretos del semblante humano. Algunas de sus escenas
están dotadas de un dramatismo desconocido hasta entonces. Son
característicos en sus rostros los ojos de cierva, reflejo de la mirada
dirigida al más allá. Todo esto lo conseguirá Giotto con una gran economía de
medios. Su obra se caracteriza por una claridad expositiva y utilización de
esquemas geométricos muy simples.
Otras Obras de Giotto
A pesar de su fama y la increíble demanda que sus servicios
de pintor, escultor, arquitecto y decorador tuvieron en su vida, ninguna de sus
obras sobrevivientes puede ser documentada como suya.
Algunas de sus obras representativas son: La expulsión de los demonios, donde se
representa a San Francisco arrodillado tras un compañero franciscano, que
se dirige con fuerza a las criaturas que figuran en el cielo. En La
resurrección de Lázaro, Giotto se basa en una escena del nuevo Testamento,
segundo el cual, Lázaro resucitó por orden de Jesús. También se puede apreciar
en la escena como Jesús bendice a Lázaro, a quien le acompañan sus
familiares. En frente de Jesús, se
encuentran Maria y Marta, hermanas de Lázaro, arrodilladas como muestra de
agradecimiento y de reconocimiento. Otra de las obras de Giotto es Lamentación
sobre Cristo muerto, donde se representa a Jesús recién bajado de la cruz,
rodeado de apóstoles y mujeres. En la escena se representa a María, quebrada
por el dolor, que mira intensamente el rostro de su hijo. Las demás figuras
representadas también expresan su dolor, pero cada una a su manera, algunas se
muestran dobladas sobre si mismas, otras hacen gestos, san Juan aparece con los
brazos abiertos, mientras que Maria Magdalena, sentada en el suelo, coge con
afecto los pies de Jesús, incluso los diez ángeles, que aparecen en el cielo se
unen a esta escena dramática, lloran, se mesan los cabellos o se cubren el
rostro.
A Giotto también se le conoce por las pinturas de la basílica
de la Santa Croce de Florencia, posiblemente las cuatro capillas sean suyas ya
que están fechadas en 1320, cuando Giotto estaba en la ciudad.
Para
finalizar, Giotto estaba destinado a ser pintor desde su infancia, y se
convirtió en discípulo del pintor florentino Cimabue., el cual le
encontró dibujando una de las ovejas que cuidaba y que impresionado por su
talento natural convenció a su padre para que permitiese que Giotto se
convirtiese en su aprendiz.
Vasari, escritor de
biografías de artistas italianos, describe al joven Giotto en "Vidas de
los más famosos pintores, escultores y arquitectos" como un aprendiz de
gran talento, técnica y carácter bromista. Relata que en una ocasión Giotto
pintó una mosca sobre la nariz de un retrato en el taller de Cimabue y que era
tan realista que su maestro intentó espantarla con la mano.
A los 30
años era conocido en toda Italia por la calidad de su técnica y recorrió el
país realizando encargos para la nobleza y el clero en Florencia, Roma y
Nápoles.
Obtuvo en
1334 el título de maestro y gobernador de la Obra de Santa Reparata que se
encarga de las obras de la antigua catedral de Florencia.
También desempeñará las funciones de arquitecto en jefe de la ciudad y
superintendente de obras públicas.
Murió en
1337, rico y con un alto estatus social, enterrado con los honores de un noble
en Santa Reparata y sin ver el final de la obras del campanile que había
diseñado. Pese a que el campanile fue terminado sin seguir las instrucciones de
su proyecto original, es conocido como el campanile de Giotto.