El Matrimonio Arnolfini es una de
las obras más importantes de Jan Van Eyck pintor primitivo flamenco nacido en Maaseyck, actualmente conocida como
Bélgica, en 1390, en 1430 se trasladó a Brujas donde permaneció hasta el día de
su muerte, en 1441. Algunos consideran a Van Eyck como el creador del óleo, por
el uso que le dio con un elevadísimo nivel de perfección desconocido hasta el
momento, aunque esto es erróneo, puesto que, ya había sido utilizado con
anterioridad para pintar esculturas y barnizar la pintura al temple. Lo utilizó
para resaltar la luz y las texturas. La pintura flamenca es la pintura de los
primitivos flamencos que se da en paralelo con el Quattrocento. Una de las
principales diferencias entre los primitivos flamencos y de la Italia renacentista, se da
en la perspectiva: mientras los
flamencos llegaron a ella de forma empírica, los italianos formularon un
sistema científico de representación espacial. A mediados del siglo XV Italia y
Flandes son los focos pictóricos más importantes. Van Eyck representaba la
realidad con un alto nivel de
naturalidad gracias a la minuciosidad y exactitud con la que representaba sus
obras. La manera en la que ha representado la obra nos hace participar en la
escena de cara al matrimonio y de espaldas a los testigos.
Es un retrato colectivo y
figurativo en óleo sobre tabla de roble (técnica pictórica
consistente en mezclar los pigmentos con un aglutinante a base de aceites, normalmente
de origen vegetal. Se puede aplicar sobre: metal, madera, piedra, marfil,
aunque lo más habitual es que sea aplicado sobre una tela, esta técnica fue la
utilizada preferentemente por los artistas de la pintura flamenca. Se preparaba
la tabla con una capa de carbonato de cal terroso blanco y cola animal. De esa
manera la madera resultaba compacta y lisa), mide 81’8x59’7cm, es de pequeñas dimisiones,
ya que, se destinaban a casas particulares, fue realizada por Van Eyck en 1434
donde representa el matrimonio entre Juan Arnolfini y Juana de Cenami, ambos
pertenecían a familias burguesas de ahí su poder adquisitivo para encargar su
testimonio nupcial y la calidad de sus ropajes. Conviene tener en cuenta que
hasta mediados del siglo dieciséis la ceremonia nupcial no requería la
presencia de un sacerdote, sino tan solo un juramento recíproco entre los
cónyuges ante testigos estos aparecen reflejados en el espejo del fondo y el
cuadro equivale así a un documento notarial, ya que, el propio pintor coloca
por encima del espejo la inscripción: “Joannes de Eyck fuit hic” 1434 (de la
que más tarde se habla). Esta obra pertenece al final del gótico y el principio
del renacimiento, estuvo en manos
españolas hasta que fue robado por el ejército francés durante la Guerra de la Independencia
Española. En 1842 la National Gallery de Londres
la adquirió por 730
libras .
Centrándonos en la perspectiva,
Jan Van Eyck da profundidad a la imagen a través de diferentes planos, juegos
de luces y sombras, el espejo y líneas diagonales, verticales y horizontales.
En el primer plano podemos
observar los zuecos del hombre y a su izquierda el perro: a pocos centímetros
detrás de él y en un segundo plano el matrimonio Arnolfini de pie y cogidos de
la mano. En el tercer plano vemos la lámpara colgada en el centro del techo, a
su derecha encontramos la ventana por la cual penetra la luz, debajo de esta
una cómoda con tres naranjas encima, y a la izquierda de la lámpara la alfombra
y la cama que abarca el tercer y cuarto plano. En el último plano se ubican un
sofá, a los pies de este los zapatos de la mujer, colgado de la pared un
rosario regalo de él a ella, a su lado el espejo, elemento más importante de la
obra, donde aparecen representados el matrimonio y frente a ellos otros dos
personajes, estos actuaban como testigos que hacían legal el matrimonio, una de
ellas es el propio autor (el personaje de azul). Encima del espejo se encuentra
la firma del autor en escritura gótica (“Johannes de Eyck fuit hic”) donde
traducido literalmente pone: “Jan Van Eyck estuvo aquí 1434” .
Los colores son variados, los
podemos distinguir entre cálidos y fríos. La mujer destaca en la obra por sus
colores, verde (símbolo de la fertilidad), azul y blanco, que contrastan con
los colores cálidos, rojos (símbolo de la pasión) como la cama o el sofá,
marrones (símbolo de la masculinidad y lo severo) como en los muebles, el suelo
y la ropa del comerciante.
A partir de los juegos de luces y
sombras el autor consigue realismo en las texturas, como en la ropa tanto del
hombre como de la mujer, el cojín del sofá, el pelo del perro o la piel de las frutas,
todo esto es posible gracias a la técnica al óleo.
La luz es natural, aunque no es
igual en todas las zonas, hay puntos de sombra y puntos de luz, la dirección es
diagonal, aunque solo se pueda apreciar un foco (la ventana) la zona inferior
izquierda del cuadro tiene una iluminación que no puede corresponder a dicha
ventana, por lo cual debe haber un segundo foco, este podría ser la puerta de la
habitación que esta abierta u otra ventana de la cual solo se aprecia una
pequeña parte reflejada en el espejo. Haciendo referencia a la luz, la única
vela de la lámpara no emite luminosidad alguna, estaba encendida
simbólicamente, ya que, era una costumbre flamenca encender una vela el día de
la boda.
El cuadro esta compuesto por
símbolos que hacen referencia a las grandes mentalidades de la época.
SIMBOLOGÍA:
à La lámpara se ubica en la parte central
superior; posee una única vela y que además esta encendida aludiendo a Dios el
cual bendice la unión.
à Las frutas son símbolos de pecado, riqueza,
pureza e inocencia. Algunos escritores indican que son naranjas y otros que son
melocotones.
à Las manos unidas representan la unión de la
mujer y el hombre en uno solo mediante el matrimonio.
à Juan Arnolfini. Importante comerciante italiano de la época, fue
quien encargo la pintura. Van Eyck pintó al hombre con ropas adornadas con piel
de marta, dando sensación de riqueza, propias de la moda del momento.
à Los zapatos recogen
un simbolismo que alude a un ritual sagrado, razón por la cual los retratados
están descalzos. La posición de los zapatos también era importante porque los
zapatos rojos de Juana estaban cerca de la cama y asociaba la mujer con el
“mundo interior” del hogar. Mientras que los de su esposo estaban cerca del
“mundo exterior”. Por la misma razón, Juan se encuentra al lado de la ventana.
à El perro simboliza fidelidad, cualidad imprescindible en el
matrimonio.
à Juana de Cenami. Las mujeres de esta época llevaban <<el tocado de los cuernos>>,
es decir, se cortaban el pelo que recubre el hueso frontal y con el pelo
sobrante se hacían una especie cuerno a cada lado de la cabeza, como podemos observar
también en la Margarita
de Van Eyck. El vestido de Juana representa la fertilidad por su color. Aunque
parece que Juana estaba embarazada, no es así es una técnica artística de la
época como podemos observar en la
Eva del Políptico de la Catedral de Gante.
à La cama como símbolo de la continuación
del linaje. Y el lugar por donde llegamos al mundo al nacer y también por donde
salimos de él al morir. En el cabecero se ubica una talla de Santa Margarita,
patrona de los partos.
à Uno de los elementos
más representativos y significativos de la obra el espejo (convexo). Esta adornado por 10 de las 14 estaciones del vía
crucis, donde se ve la gran importancia dada a la miniatura y el detalle. Mide
5’5 centímetros y cada una de las escenas de la pasión que le rodean mide 1’5
centímetros.
Estos pequeños espejos convexos eran muy populares en aquella época;
se llamaban «brujas» y se usaban para espantar la mala suerte, la idea tuvo
mucho éxito y fue imitada. Símbolo de pureza de la mujer que acude virgen al matrimonio.
à El rosario colgado en la pared es un
elemento importante. Este es un símbolo de la virtud y compromiso de la mujer.
En definitiva Jan Van Eyck no se dedicó a representar una
pareja burguesa en su ceremonia nupcial sino que ofreció una verdadera exaltación del carácter sagrado del
matrimonio.
Esta pintura fue
de gran importancia para la época, tanto por el final del gótico como por el
inicio del movimiento renacentista. El gran realismo y la preocupación por el
detalle hacen que sea única.
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