lunes, 22 de abril de 2013

Lluvia, vapor y velocidad. de William Turner - Carlos Caballero


El romanticismo inglés

En los últimos años del siglo XVIII, Inglaterra aporta su contribución a la pintura del paisaje romántico a través de las figuras de Constable y Turner.

La obra de William Turner expresa la preocupación por el color y la luz, que utiliza de manera revolucionaria al representar los medios por los que el color parece propagarse a través de la atmósfera: niebla, vapor y humo.
Con su obra Lluvia, vapor y velocidad, se convierte en abanderado de la pintura moderna. Viajará por Europa, donde le influirá la tradición del paisajismo clasicista. Preocupado por la luz, que en sus lienzos cobra gran esplendor y que será su objetivo último en el final de su vida, antecediendo al Impresionismo. En cuanto al color, acude al círculo cromático que ya intuyó Delacroix.
En sus últimos años, empleó cada vez menos óleos, y se centró en la luz pura, en los colores del reflejo.

Los impresionistas estudiaron cuidadosamente sus técnicas, para dilucidar el poder de sus lienzos. En la era del arte moderno, hasta el arte abstracto se ha visto influenciado por él.


Análisis de la obra

La pintura es un óleo sobre lienzo de 91 cm x 121,8 cm., fue pintado en 1844, representa un intento aislado y vanguardista de expresar la luminosidad y el carácter atmosférico del espacio por medio del color. Ha de considerarse como un ejemplo de la personalidad progresista de su autor, quien propone un símbolo de la técnica moderna, el ferrocarril, a las viejas fuerzas de la naturaleza. No hay oposición entre naturaleza y máquina; el autor capta la atmósfera en que ambas se unen.

A pesar de la ausencia de detalles, se ha podido identificar esta vista con el puente del ferrocarril sobre el Támesis, construido en 1839 entre las localidades de Taplow y Maidenhead. Dicha obra de ingeniería fue muy criticada por dudar de la solidez de los dos grandes arcos de ladrillo que la sostenían.

Turner intenta conseguir los efectos de la acuarela mediante el óleo, por eso el color sustituye al dibujo como elemento esencial de la composición y las formas acaban por diluirse en un juego de luces, aspecto admirado por los impresionistas.

El tema deja de ser el aspecto principal de la pintura. El color predomina sobre el dibujo de hecho, los contornos aparecen fuertemente desdibujados. La paleta de colores es la típica de la última etapa de Turner, con colores terrosos que abarcan desde el marrón al amarillo.
La composición está ordenada a través de una diagonal que nos trasporta desde el primer plano del cuadro hasta el fondo actuando como un punto de fuga. El movimiento del cuadro es innegable y en su época algunos críticos incitaban a los espectadores a ver el cuadro antes de que el tren se escapara de la obra.

 

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