EL PANTOCRATOR- SAN CLEMENTE DE TAHULL
En pleno valle pirenaico leridano del Bohí encontramos
un pueblecito llamado Tahull, en el cual se erige la famosa Iglesia de San
Clemente de Tahull.
La iglesia se llama así en honor a San Clemente, ya que
es el patrón de esta localidad.
Esta construcción
religiosa es una de las manifestaciones románicas más importantes de nuestro
país, y sus pinturas, junto a las de otras iglesias como la de Santa María de
Tahull y San Juan de Bohí forman una de las colecciones de arte románico más
importantes de Europa.
El estilo de esta iglesia la sitúa en una modernidad que
ya se había extendido por las regiones italianas de Mantua y Verona.
El románico se extendió por España a principios del siglo XI hasta bien entrado el siglo XII, tomando influencias de las modas que llegaban por Italia y Francia y de la tradición y recursos artísticos antiguos.
La arquitectura románica se dispersó por la mitad norte
de España hasta el rio Tajo, durante la época de reconquista y repoblación
cristiana bajo el reinado de Alfonso I de Aragón, hecho que benefició su
desarrollo.
Primeramente entró por tierras catalanas, dejando
sobretodo edificios religiosos, como es el caso de la Iglesia San Clemente de
Tahull y otras semejantes.
Las primeras Iglesias románicas construidas en las
regiones de Cataluña y Aragón utilizaron características y ornamentación
lombarda, introducidas por el abad Oliba, que viajó a Roma donde conoció esta
labor constructora a principios del s. XI.
La construcción de San Clemente de Tahull consta de dos
etapas, la primera en el s. XI, en la que se realizó la ornamentación, el
arranque de la cabecera y parte del muro sur del templo. La obra es finalizada
a principios del s. XII y consagrada por el obispo de Barbastro San Ramón de
Roda en el 1123.
Esta basílica se erigió
utilizando elementos constructivos propios del románico cluniacense y cumplía
los tres principios simbólicos:
-Perdurabilidad: Como la religión cristiana era
eterna, las iglesias debían ser fuertes, por lo que estaban construidas
prácticamente en su totalidad por piedra.
-Tenían que reflejar la teología y la filosofía
y favorecer el recogimiento, el rezo y la penitencia. Esto se conseguía
mediante la luz tamizada y la austeridad.
-La docencia, es decir, la capacidad de
aleccionar y adoctrinar al fiel era el tercero de los símbolos.
Así, en el edificio de San Clemente de Tahull podemos
diferenciar dos partes: la exterior y la interior.
La parte exterior se caracteriza por que sus muros no
tienen ornamentación alguna, y solo se ven interrumpidos por los vanos
de las puertas.
La decoración de los ábsides es lombarda, igual
que la de los absidiolos.
A escasos metros del muro sur de la iglesia encontramos
la torre del campanario, cuya forma es cuadrangular.
Alta y esbelta, esta torre consta de cinco pisos, y su
decoración y número de vanos se repite en sus cuatro caras.
En la parte superior está
situada la campana que servía para llamar a los fieles a la oración.
En lo que se refiere al interior de la basílica, podemos
destacar que sus dimensiones son reducidas, pero no por ello carece de belleza
artística.
Su planta es basilical y cuenta con tres naves.
Éstas a su vez se dividen por tres columnas cada una, las cuales están
rematadas con ábacos sencillos sobre los cuales se apoyan los arcos.
Los muros no tienen
abertura al exterior, siendo los dos únicos vanos las dos puertas y algunos
huecos abiertos en la cabecera, formada por el ábside central y dos laterales
más pequeños.
El techo adopta la estructura de bóveda de cañón
típica del estilo románico.
Como señala el símbolo antes nombrado de la
perdurabilidad, el material principal utilizado es la piedra poco
trabajada, aunque también se emplea la madera para las estructuras y la
techumbre.
La
pintura románica es el elemento que completaba el conjunto
arquitectónico-escultórico de los templos románicos.
Actualmente se conserva un porcentaje muy escaso de la
producción pictórica de la época, ya que con el paso de los siglos, ha ido
desapareciendo y dejando cada vez más visibles los muros de piedra en los que
figuraban.
Este tipo de pintura tenía un carácter intelectual y se
asemejaba a los mosaicos bizantinos.
En ellas predomina el Hieratismo es decir la solemnidad,
y se trataba de obras dotadas de ingenuidad
y expresividad acompañadas de simbolismos y alegorías.
Se caracterizaba por su linealismo, que consistía en marcar los contornos de las siluetas,
y separar los colores con trazos de color negro. La existencia de una perspectiva mental, ya que carecían de
profundidad.
Era una perspectiva
inversa, debido a que los objetos convergen hacia el espectador; era
también abatida, es decir, con una
visión frontal en la que algunos elementos eran vistos desde arriba; y yuxtapuesta: se mezclaban varios puntos
de vista de un mismo elemento.
Y el cromatismo
plano: obras en las que sólo aparecen colores puros y sin gamas.
Se realizaba pintura
mural, que quiere decir que se pintaba directamente sobre los muros
utilizando la técnica del fresco que
incluía 4 fases diferentes. La primera era la fase de preparación, en la que se aplicaban dos capas: una de enfoscado y otra de enlucido; la fase de imprimación, en la que se alisaban las
dos capas anteriores.
El estarcido,
durante el cual se trasladaban las líneas fundamentales a la pared soplando
polvo de carbón sobre el dibujo agujereado y puesto sobre el muro, y para
finalizar, la aplicación del color con una mezcla de cola y huevo para que su
fijación fuera mayor, una técnica conocida como ‘Temple’.
La finalidad de estas pinturas era doble, la primera y
más importante, era la función didáctica,
que enseñaba a los fieles mostrándoles escenas de la Biblia; y la segunda era
decorar los interiores de las iglesias oscuras, características del románico.
Básicamente existían tres temas decorativos basados en
la religión, el primero eran las manifestaciones
de la divinidad, en las que aparecían un Dios Padre, un Dios Hijo componiendo un Pantócrator, un
Dios Espíritu Santo, la Virgen María portando al Niño en brazos, o varios de
estos conjuntos.
El segundo eran las testificaciones,
ubicadas por debajo de las manifestaciones; y el tercero eran las narraciones, que eran relatos docentes
colocados a lo largo de los muros de las iglesias.
Los frescos de Tahull manifiestan la divinidad.
El término Pantocrátor, o ‘todopoderoso’, en la cultura cristiana se utiliza para designar al Dios Padre o a Cristo, y en el arte bizantino y románico se emplea para representar a uno o a otro.
La figura siempre es mayestática (referente a su majestad) y se muestra con la mano diestra levantada para impartir bendición y con los Evangelios o Sagradas escrituras en la izquierda.
Normalmente se encuentra en las Iglesias románicas en los tímpanos o portadas del exterior, o pintado en el ábside central como es el caso del Pantócrator de San Clemente de Tahull.
Se enmarca en un cerco oval o almendrado llamado mandorla, con cuatro figuras de tetramorfos al rededor que representan a los cuatro evangelistas.
En éste pantocrátor se puede ver a Cristo en el centro
de la mandorla con una esfera a sus pies, que podría figurar la Tierra, y con
un libro en el que se puede leer ‘EGO SUM LUX MUNDI’ (yo soy la luz del mundo).
El fondo de la mandorla tiene tres bandas horizontales y paralelas, una azul,
otra ocre, y otra negra.
El rostro de Cristo es simétrico, enmarcado con largos cabellos y se destacan los ojos. Viste una túnica blanca y gris con un manto azul decorado con pedrería, donde también se observa la simetría en los pliegues. A ambos lados, los símbolos Alfa y Omega, indican el principio y el fin de todo, siendo él el señor del tiempo. Esto muestra el carácter apocalíptico en la escena Apocalipsis 1,8: ‘Yo soy el alfa y la omega, dice el Señor Dios; el que es, el que era y el que viene, el Todopoderoso’.
El rostro de Cristo es simétrico, enmarcado con largos cabellos y se destacan los ojos. Viste una túnica blanca y gris con un manto azul decorado con pedrería, donde también se observa la simetría en los pliegues. A ambos lados, los símbolos Alfa y Omega, indican el principio y el fin de todo, siendo él el señor del tiempo. Esto muestra el carácter apocalíptico en la escena Apocalipsis 1,8: ‘Yo soy el alfa y la omega, dice el Señor Dios; el que es, el que era y el que viene, el Todopoderoso’.
En el exterior de la mandorla se encuentran los cuatro
tetramorfos, en el lado inferior derecho de Cristo, inscritos en dos círculos un ángel sujetando
por una de sus patas a un león, símbolo de San Marcos. En el izquierdo, un
ángel sosteniendo la cola de un toro, como San Lucas.
Los otros dos tetramorfos, se sitúan en los espacios triangulares laterales de la mandorla, a la derecha un ángel con el libro del Evangelio que representa a San Mateo y a la izquierda otro ángel que sostiene en brazos el águila de San Juan.
Entre los tetramorfos superiores e inferiores encontramos a cada lado un serafín con tres pares de alas. Sus alas, así como los cuerpos del león y del toro, están cubiertas de ojos, que son símbolo de la revelación divina.
Los otros dos tetramorfos, se sitúan en los espacios triangulares laterales de la mandorla, a la derecha un ángel con el libro del Evangelio que representa a San Mateo y a la izquierda otro ángel que sostiene en brazos el águila de San Juan.
Entre los tetramorfos superiores e inferiores encontramos a cada lado un serafín con tres pares de alas. Sus alas, así como los cuerpos del león y del toro, están cubiertas de ojos, que son símbolo de la revelación divina.
Bajo la cúpula donde se
encuentran la mandorla y los tetramorfos se ubica el colegio apostólico,
separado por un vano y enmarcados por arcos y columnas, con una franja negra
encima con letras blancas. Estas inscripciones hacen referencia a las figuras,
de izquierda a derecha, de Santo Tomás, San Bartome, la
Virgen María, San Juan Evangelista, San Jaime,
y San Felipe, que apenas se conserva.
Los arcos pintados descansan sobre capiteles de carácter vegetal, mientras que las columnas imitan el mármol con un dibujo ondulado.
Los arcos pintados descansan sobre capiteles de carácter vegetal, mientras que las columnas imitan el mármol con un dibujo ondulado.
También se mantienen restos de pintura mural el resto
del ábside central, por ejemplo, en los arcos triunfales, como el Dextera
Domini (la mano de Dios) y el Angus Dei (el cordero de Dios).
En este pantocrátor
encontramos tanto colores cálidos, como rojo, amarillo, naranja o tonos
tierra, como colores fríos, principalmente verde y azul.
Podemos dividirlos en primarios, los rojos, amarillos y azules, y en secundarios los naranjaso verdes. Cabe destacar que todos ellos son colores vivos y pretenden captar la atención del que visualiza la imagen.
Podemos dividirlos en primarios, los rojos, amarillos y azules, y en secundarios los naranjaso verdes. Cabe destacar que todos ellos son colores vivos y pretenden captar la atención del que visualiza la imagen.
El autor de estas pinturas es desconocido. San Ramón de
Roda, obispo que consagró la iglesia, realizó una labor de mecenazgo atrayendo
a su diócesis numerosos artistas, impulsando así la decoración pictórica de las
iglesias del entorno. Uno de ellos fue el maestro de Tahull, quien se piensa
que procedía de Italia ya que conocía los programas compositivos bizantinos.
Sin embargo, esto no se sabe con certeza, ya que hay teorías de que sí era un artesano local.
Sin embargo, esto no se sabe con certeza, ya que hay teorías de que sí era un artesano local.
La hermosa iglesia de San Clemente de Tahull ha tenido gran repercusión, tanto artística y cultural como religiosa.
Prueba de ello es la ermita de Nuestra Señora de Gracia, situada en el Run, una localidad oscense, que cuenta con una torre idéntica a la de Tahull.
Respecto a la valiosa colección de pinturas al fresco
que se encontraban en el ábside, es muy importante destacar que a principios
del siglo XX ya muchos coleccionistas estadounidenses mostraron interés en
adquirirlas. Fue entre los años 1919 y 1923 cuando se comenzó la primera
campaña de arranque y traslado de pinturas de los Pirineos al Museo Nacional de
Arte de Cataluña.
La técnica de arrancamiento, o strappo,
consiste en desprender la capa pictórica sin mortero. Sobre esta superficie se
aplican dos capas de tela de algodón con una cola orgánica caliente que, una
vez seca, se contrae, permitiendo arrancar la pintura.
Cuando se completaron estos pasos, el conjunto pictórico
se enrrolló y se embalaron en cajas de madera, que fueron trasportadas hasta el
museo.
Así, actualmente en la iglesia del valle del Bohí hay
una réplica bastante fiel a la realidad, aunque sus dimensiones son algo
menores a las de las pinturas originales.
A pesar de ello, en los últimos años se ha expresado el deseo de que el patrimonio original sea devuelto a la basílica.
A pesar de ello, en los últimos años se ha expresado el deseo de que el patrimonio original sea devuelto a la basílica.
El 30 de noviembre del año 2000, el conjunto románico de
San Clemente de Tahull fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO,
prueba que evidencia su esplendor.
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