martes, 6 de noviembre de 2012

El espinario, Paula Perez


EL ESPINARIO

 

El Espinario es una obra del siglo I a.C. alrededor del año 200, por lo que corresponde al período helenístico, último período del arte griego que abarca del siglo III a.C. al I a.C., cuyo autor es anónimo. El helenismo fue una época de gran esplendor dentro del arte griego y en el que se hizo un cambio que hasta entonces no se había visto, lo más importante ya no era la técnica sino la temática en la que surgen temas variados no representados anteriormente como las escenas de la vida cotidiana, las escenas violentas, niños y ancianos, animales, la fealdad, el exotismo y el erotismo, y empiezan a aparecer los sentimientos y la expresividad en las esculturas. En este periodo cobran gran importancia las escuelas escultóricas, en las que el artista cae en el anonimato.

Esta escultura representa a un niño atleta sacándose una espina del pie, según una historia legendaria la escultura fue creada como homenaje al joven Martius, al que fue encomendada la entrega de un mensaje importante con destino al Senado romano, Martius recorrió su trayecto y sólo se paró a quitarse una espina que se le había clavado en el pie, cuando había acabado su misión. Este gesto fue un modelo a imitar, por lo que se han creado numerosas copias de El Espinario. Se pueden encontrar copias en el Museo Capitolino de Roma, en Londres, en Florencia, en París, en el museo nacional de Valladolid, en el museo del Prado, en los jardines de Aranjuez y en Barcelona, supuso tanta revolución artística, que aparte de esculturas, esta obra se utilizó como decoración en iglesias y catedrales como la iglesia de San Pedro de Ansemil en Pontevedra y las catedrales de Burgos y de León.

El material original es el bronce aunque las copias también son de mármol. Es una escultura naturalista de niño que representa una acción de la vida cotidiana como el resto de temáticas que destacaron en el Helenismo. Pierde la frontalidad que tenían las esculturas en las épocas anteriores y pasa a ser una escultura exenta de bulto redondo, ya que, se puede observar por todos sus lados, también se rompe con la rigidez al estar sentado sobre un peñasco con la pierna izquierda levantada y apoyada sobre la derecha, estas forman un ángulo recto que contrarresta con la línea diagonal que marca el torso, los dos brazos despegados del cuerpo, la espalda inclinada y la cabeza ladeada con intención de quitarse la espina clavada. Esta escultura es una obra pequeña de 73x45x55 cm y 165 kilogramos de peso.

Uno de los principales objetivos del arte griego era el estudio anatómico de las esculturas representando el cuerpo humano con la mayor perfección posible, esto lo consiguen con esta obra, donde aparece el movimiento y las torsiones corporales.

El niño de la espina es una escultura sedente, que presenta realismo con el movimiento de los pies y las manos, la postura inclinada del cuerpo y la concentración de la mirada dirigida a la planta del pie izquierdo.

Algunos análisis dicen que se creó a partir de dos esculturas diferentes, por un lado, el cuerpo que sería de la época helenística por su correcta anatomía y naturalidad, al que se habría añadido posteriormente una cabeza sin expresividad correspondiente a una figura erguida, ya que, esto explica la caída ilógica de la melena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario