domingo, 26 de mayo de 2013
Carnaval del Arlequin - Ignacio Ibañez
EL CARNAVAL DEL ARLEQUIN
Esta obra realizada entre 1924 y 1925 fue producida por Joan Miró, uno de los pintores más importantes e influyentes del siglo XX, nació en 1893 en Barcelona, desde pequeño manifestó su gusto por la pintura aunque trabajo dos años como contable. En 1911 contrajo la fiebre tifoidea por lo que sus padres lo trasladaron a Mont-Roig, una pequeña masía recientemente comprada por la familia, este lugar fue un tema recurrente a lo largo de la obra y fue durante su enfermedad cuando decidió que iba a dedicarse a la pintura y se matriculó en la academia Galí.
Hasta 1920 estuvo completando su aprendizaje tomando influencias desde de los fauvistas hasta los frescos románicos pasando por el cubismo. En ese año se trasladó a Paris donde conoció a Picasso y que sería su residencia junto con Mont-Roig de ahí en adelante.
En 1928 el museo de arte moderno de Nueva York adquirió dos de sus telas lo que le dio reconocimiento en el mundo de la pintura, al año siguiente se casó con Pilar Juncosa. Durante esa época estaba sufriendo una crisis ya que se cuestionaba el sentido de la pintura, crisis que se acentuó con el comienzo de la guerra civil, esta crisis evoluciono a una renovada serenidad y un retorno a la simbología mironiana tradicional( el pájaro…). Durante la década de los 40 empezó a hacer viajes a Mallorca para encontrar tranquilidad, donde se estableció en 1956 viviendo allí hasta la fecha de su muerte en 1983.
Miró es un artista de complicada clasificación ya que tiene características de muchos movimientos pero a su vez no es completamente integrante de ninguna de estas vanguardias, tiene parte de Abstracción, parte de Surrealismo, de Dadaísmo, Fauvismo e incluso parte de Cubismo. De ese modo únicamente le podemos considerar como un vanguardista no ligado completamente a ningún movimiento (aunque firmase el manifiesto del surrealismo en 1924)
En cuanto a la obra en si pertenece a le época con más conexión con el grupo surrealista, entre 1923 y 1929, en él se ven rasgos propios de ese movimiento como las imágenes múltiples y la ingravidez espacial.
Es muy importante remarcar que esta obra no surge de la improvisación o como fruto de una pesadilla por pasar hambre como a veces manifestó Miró (En esa época pasaba penurias económicas graves). Los bocetos encontrados de la obra demuestran que hay un rígido esquema compositivo, con un plan para colocar correctamente cada figura, representa un grupo de criaturas que celebran el carnaval en una habitación. La escena, típica del universo de Miro lleno de ingenuidad, infantilidad (Miró completo el sueño inacabado de Matisse y Picasso de representar la infantilidad) y poesía que se nos presenta como una realidad onírica, donde el Arlequín situado en el centro izquierda de la imagen con cara triste imagina a los demás personajes que simbolizan lo que le podría alegrar. La esfera de la derecha representa el mundo , ya que la idea de “conquistar” el mundo le obsesionaba, también hay multitud de pájaros típicos de Miró, también dibuja más animales como mariposas, insectos o su gato que siempre le incordiaba cuando pintaba. En la ventana a la derecha se ve una esquematización de la torre Eiffel. A la izquierda se ve representada la escalera de la evasión y elevación (importante desde su aparición en los cuadros de La Masía). En el centro se observa una forma femenina con una guitarra y dos líneas, una negra y otra blanca se entrecruzan representando la relación de hombre y la mujer.
En cuanto al color utiliza básicamente el rojo, amarillo y azul, todos ellos primarios y los dos primeros cálidos, separados por el negro y blanco debido al proceso de simplificación que llevo a cabo.
Hay numerosas líneas que actúan como elementos unificadores construyendo confabulaciones entre diversas imágenes consiguiendo expresar el sentimiento de Miró. Es una pintura caligráfica y sus elementos principales son la línea el color y la composición
Miró recurre al dibujo infantil para crear una obra agresiva y desgarrada pero también poética. El autor destaco por la libertad de espíritu, la inocencia, la valoración de lo sencillo, color brillante, uso del signo como lenguaje moderno…
Las figuras de Miró se caracterizan por tener mayor tamaño de extremidades en detrimento del tronco.
“Las obras deben ser concebidas con fuego en el alma, pero ejecutadas con frialdad clínica” Joan Miró
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