viernes, 24 de mayo de 2013

SATURNO DEVORANDO A UN HIJO - Noelia Vaquero

Francisco de Goya nació en el año 1746, en Fuendetodos, entró a aprender el oficio de pintor en el taller de José Luzán, donde estuvo cuatro años copiando estampas hasta que se decidió a establecerse por su cuenta y, según escribió más tarde él mismo, “pintar de mi invención”.
A medida que fueron transcurriendo los años de su longeva vida, este “pintar de mi invención” se hizo más verdadero y más acentuado, pues Goya dibujó e hizo imprimir series de imágenes insólitas y caprichosas, cuyo sentido último, a menudo ambiguo, corresponde a una fantasía personalísima antes de su viaje a Italia en 1771 su arte no obtiene ningún respaldo ni éxito sus pinturas se inspiraban, en maestros como Vouet, Maratta o Correggio, a su vuelta de Roma, sufrirá una evolución.
En esta primera etapa, Goya se ocupa más de las tascas madrileñas y de las majas resabidas que de cuidar de su reputación profesional y apenas pinta algunos encargos que le vienen de sus amigos los Bayeu, tres hermanos pintores, Ramón, Manuel y Francisco, este último su inseparable compañero y protector. También hermana de éstos era Josefa, con quien se casó en 1773, año decisivo en la vida del pintor porque en él se inaugura un nuevo período de mayor solidez y originalidad.
Por esas mismas fechas pinta el primer autorretrato. En él aparece como lo que siempre fue: un hombre tozudo, desafiante y sensual. Poco tiempo después obtuvo el encargo de diseñar cartones para la Real Fábrica de Tapices de Madrid. Realiza 63 composiciones entre 1775 y 1792. Como Merienda a orillas del Manzanares o El quitasol.
Hacia 1776 reside en el número 12 de la madrileña calle del Espejo y tiene dos hijos. En abril de 1777 es víctima de una grave enfermedad que a punto está de acabar con su vida, pero se recupera y pronto recibe encargos del propio Carlos IV. De Velázquez, tomará algunos recursos.
Al año siguiente solicita sin éxito el puesto de primer pintor de cámara. En 1780, concibe un nuevo hijo 1784 nace el único de sus hijos que sobrevivirá, del año siguiente es nombrado subdirector de Pintura de la Academia de San Fernando. 1786, Goya y Ramón Bayeu obtienen el título de pintores del rey
En invierno de 1792, cae gravemente enfermo y queda sordo de por vida. Además, anda con dificultad y presenta algunos problemas de equilibrio y de visión. Comienza entonces una nueva etapa en la vida de Goya. Debido a los graves problemas de comunicación y relación que la sordera le ocasiona aparece un  proceso de introversión y aislamiento.
Por problemas de salud tuvo que dimitir como director de pintura de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1797. Hacia este mismo año pinta las majas: La maja vestida y La maja desnuda; halladas en 1808 en la colección de Godoy. En 1805, después de haber sufrido fallecimiento de Zapater conoce Goya a la que será su amante de los últimos años: Leocadia Weiss.
El 3 de mayo de 1808, el pintor se echa a la calle, para mirar  lo que ocurre. Con lo visto pintará: La carga de los mamelucos y Los fusilamientos del 3 de mayo.
El pesimismo de Goya aumenta: en 1812 muere su esposa, entre 1816 y 1818 publica sus famosas series de grabados, en 1819 decora con de monstruos y sórdidas tintas la Quinta del Sordo, con las llamadas “pinturas negras”, plasmación de un infierno aterrante, visión de un mundo odioso y enloquecido; en el invierno de 1819 cae gravemente enfermo pero es salvado por el doctor Arrieta. En 1823, tras la invasión del ejército francés los Cien Mil Hijos de San Luis, se ve condenado a esconderse y al año siguiente escapa a Burdeos, refugiándose en casa de su amigo Moratín.
En 1826, Goya regresó a Madrid, donde permaneció dos meses, para marchar de nuevo a Francia. Murió en Burdeos, hacia las dos de la madrugada del 16 de abril de 1828, siendo enterrado en Francia. En 1899 sus restos mortales fueron sepultados definitivamente en la ermita de San Antonio de la Florida, en Madrid.
La obra Saturno devorando a un hijo es una pintura mural pasada a lienzo, un óleo sobre revoco, es decir, que esta compuesto por un revestimiento exterior de agua, arena y cal o cemento. Se trata de una de las llamadas “Pinturas negras”, datada entre 1920 y 1923 y cuyas medidas son 146 x 83 cm, precursora del expresionismo, localizada en su momento en la Quinta del Sordo y que actualmente se encuentra en el Museo del Prado.

Con respecto a la obra Saturno es la versión romana del Dios Cronos uno de los hijos de Tierra y Urano. Cronos derrocó a su padre y fue advertido por uno de sus hermanos de que el así como el traiciono a su padre sería traicionado por uno de sus hijos por ello se los comía nada más nacer. Cuando nació Zeus; Rea lo ocultó y en su lugar le hizo comerse una piedra, cuando Zeus creció hizo a Cronos tragar una sustancia que le hizo devolver a sus otros cinco hermanos, y le derrocó. Al final Zeus reinaría como jefe supremo de los dioses.

Saturno devorando a un hijo, es síntesis  de un estilo, que reúne extrañamente lo trágico y lo grotesco, y espejo de un Goya, visionario, sutil, penetrante, lúcido y descarnado. Se muestra lo feo, lo terrible; ya no es la belleza el objeto del arte, sino el pathos y una cierta consciencia de mostrar todos los aspectos de la vida humana sin descartar los más desagradables. La gama de colores empleada se reduce a ocres, blancos, dorados, grises y negros, es decir, colores cálidos en su mayoría.

Analizando la obra apreciamos el gusto por lo desgarrable y lo horrible. Los dedos de Saturno se incrustan en la espalda del hijo, hay un claro contraste entre el cuerpo inerte del hijo y el cuerpo en tensión del padre, también hay contraste entre los colores de las espalda del hijo pasa de un ocre claro a un rojo intenso. Las pinceladas son discontinuas unas enérgicas, otras saturadas y otras tienen grumos. Saturno emerge de una profundidad muy oscura y su cuerpo es deforme.

Podemos diferenciar el Saturno devorando a un hijo de Goya del de Rubens, pues el de Goya muestra un rostro  más tenso, desesperado y ansioso, devorado a un hijo ya mayor, aquí Saturno es más grade, más colosal, a diferencia de este el de Rubens aparece mas seguro y relajado devorando a su hijo recién nacido a quien sostiene en una mano mientras que con  la otra agarra la hoz con la que mató a su padre.  

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