domingo, 26 de mayo de 2013

En el Moulin Rouge: Toulouse Lautrec nació en el castillo de Albi en el seno de una familia de la nobleza. En su familia, como era habitual en muchas dinastías de la antigua aristocracia, muchos matrimonios se concertaban entre parientes para evitar las divisiones territoriales y la dispersión de la fortuna. Este fue el caso de los padres de Henri, que eran primos en primer grado. La endogamia hubo de condicionar la salud del artista. Sus padres se separaron y él quedó bajo el cuidado de su madre. Su infancia fue feliz a pesar de que padeció una enfermedad que afectaba al desarrollo de los huesos y que comenzó a manifestarse en él. Su constitución ósea era débil y sufrió dos fracturas en los fémures de ambas piernas, que le impidieron crecer más, alcanzando una altura de 1,52 m. Toulouse-Lautrec decidió ser pintor, y con el apoyo de su tío y unos pintores amigos de la familia, fue a vivir a París En 1884 Henri fue a vivir al barrio de Montmartre, donde tuvo vecinos como Degas. La fascinación que sentía por los locales de diversión nocturnos le llevó a frecuentarlos con asiduidad y hacerse cliente habitual de algunos de ellos como el Moulin Rouge. Todo lo relacionado con este mundo, incluida la prostitución, constituyó uno de los temas principales en su obra. En sus obras de los bajos fondos de París pintaba a los actores, bailarines, burgueses y prostitutas. Al contrario que los artistas impresionistas, apenas se interesó por el género del paisaje, y prefirió ambientes cerrados, iluminados con luz artificial, que le permitían jugar con los colores y encuadres de forma subjetiva. Muy observador, le atraían la gestualidad de los cantantes y comediantes, y le gustaba ridiculizar la hipocresía de los poderosos, que rechazaban en voz alta los mismos vicios y ambientes que degustaban en privado. Los dueños de los cabarets le pedían que dibujara carteles para promocionar sus espectáculos, algo que entusiasmó mucho a Lautrec, ya que en sus largas noches en estos locales dibujaba todo lo que veía y lo dejaba por las mesas. Al contrario que el incomprendido Vincent van Gogh, Lautrec llegó a vender obras y fue reconocido, si bien su popularidad radicó en sus ilustraciones para revistas y carteles publicitarios más que en la pintura al óleo. Este mundillo de vicio y extravagancia fue un refugio para Lautrec, quien se sentía rechazado por la nobleza a la que pertenecía por origen. Su minusvalía causaba rechazo en los salones chic, y en Montmartre pudo pasar desapercibido y dar rienda suelta a su bohemia. Criticaba a todos aquellos que reflejaban paisajes en sus cuadros, ya que él opinaba que lo que verdaderamente valía la pena eran las personas, el pueblo. Se consideraba a sí mismo un cronista social y se mezcló, pintó y fue como el pueblo. Tenía grandes problemas con el alcohol, lo que muchas veces derivaba en locura. Además contrajo la sífilis. El alcoholismo deterioró su salud. Y a partir de 1897 padeció manías, depresiones y neurosis, además de ataques de parálisis en las piernas y en un costado. En 1897 tuvo que ser recogido de las calles a causa de una borrachera, y poco después en un delírium trémens llegó a disparar a las paredes de su casa creyendo que estaban llenas de arañas. Sin embargo, seguía pintando de forma firme y rápida; pero lo volvieron a recoger alcoholizado en 1899 y lo internaron en un sanatorio mental. Allí realizó una colección de pinturas sobre el circo. Le dejaron ir a casa de su madre en las posesiones de ésta cerca de Burdeos, y el 9 de septiembre de 1901 murió postrado en su cama. En 1922 su madre y su tratante abrieron el Museo Toulouse-Lautrec en el Palacio de la Berbie, Albi, muy visitado y reconocido por su amplia colección. La obra de Toulouse-Lautrec se caracteriza por su estilo fotográfico, al que corresponden la espontaneidad y la capacidad de captar el movimiento en sus escenas y sus personajes, siendo el suyo un estilo muy característico. A esto hay que añadir la originalidad de sus encuadres, influencia del arte japonés, que se manifiesta en las líneas compositivas diagonales y el corte repentino de las figuras por los bordes. Poseía una memoria fotográfica y pintaba de forma muy rápida. Sin embargo, su primera influencia fue la pintura impresionista y, sobre todo, la figura de Degas, de quien siguió la temática urbana alejándose de los paisajes que interpretaban Monet o Renoir. Fue la vanguardia del modernismo y del art nouveau. Lautrec fue fundamentalmente un dibujante e ilustrador, tareas que le permitieron subsistir. Sus pinturas al óleo son comparativamente escasas y apenas las expuso en vida. Al contrario que Van Gogh, su «malditismo» o fama de persona marginal no implicaron que fuese un artista fracasado; y de hecho fue muy popular por sus ilustraciones y carteles publicitarios. Antes de empezar con el comentario técnico de esta obra debemos conocer el término de cartel. El cartel es una obra publicitaria realizada en papel, ilustrada que comenzó a divulgarse en el siglo XVIII. En colores aparecieron los carteles poco después de mediados del siglo XIX. Su uso habitual es la exposición en la vía pública, aunque también puede ser utilizado en el ámbito privado. Sin duda los carteles de Toulouse Lautrec son especialmente arquetípicos. NO hay nadie como el para fijar en nuestra imaginación lo que fue la bohemia parisina de final del siglo XIX, dentro de su cartel destaca la pintura psicológica dominada por el dibujo sinuoso(casi modernista) y un colorido intenso y autónomo. Comentario técnico: Por su situación es una pintura mueble (un cartel), por su técnica es un grabado (litografía, procedimiento mecánico que permitía la varias reproducciones de la obra), el tema principal de esta obra es la representación del espectáculo que anuncia. La gran novedad de esta obra es la posición escalonada de las tres siluetas lo que aporta sensación de profundidad, por lo tanto su perspectiva tiene como referente a las estampas japonesas. En cuanto a la composición encontramos tres grupos diferenciados, el publico de negro al fondo (en una sola silueta), “la golosa” (es la protagonista de la escena, una bailarina famosa del Moulin) y en primer plano aparece la silueta recortada de un hombre a contra luz. En el cartel la letra y la imagen se adecuan perfectamente resultando con ello un concepto unitario. Utiliza colores calidos en las letras y algunas partes del cuadro (amarillo) y en el fondo encontramos colores fríos y un predominio del negro en las figuras de los espectadores y en algunas letras. La finalidad principal de la obra es la publicidad (la difusión y transmisión de su mensaje, impactante y clara con un mensaje reconocible).

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