domingo, 10 de marzo de 2013

La Capilla Sixtina
 
Alba Calvo Navarro
 
“Sin haber visto la capilla sixtina uno no pude formarse una idea apreciable de lo que el ser humano es capaz de lograr”, Goethe expone en esta frase la idea de la trascendencia y la importancia de esta monumental obra.

Nos encontramos ante uno de los tesoros más apreciados de La Ciudad del Vaticano, La Capilla Sixtina es famosa por la huella que los grandes artistas del renacimiento dejaron en ella.

Esta majestuosa obra fue construida entre 1471 y 1484 fue diseñada por Baccio Pontelli para Sixto IV, de quien toma su nombre, y construida bajo la supervisión del arquitecto Giovanni de Dolci por orden del papa Sixto IV, hombre de gran cultura y protector de las artes y las ciencias, que dio cabida de nuevo en la corte papal a la influencia de los humanistas que prácticamente había desaparecido, los programas artísticos realizados durante su pontificado le convierte en uno de los promotores mas importantes del arte del renacimiento en Roma, durante su papado se construyeron las principales iglesias del cuatrocento Santa Maria del Popolo y Santa Maria della pace. Pero sin duda su prestigio como promotor de las artes lo consigue con la construcción de la capilla Sixtina este edificio de levanto en el emplazamiento de una capilla anterior llamada Capilla Magna, de la que se aprovecharon algunas partes en la construcción de la actual.

Todas estas obras artísticas llevadas a cabo por Sixto IV, son el exponente de algo mas que una apasionada afición por el arte en estas obras se aprecia uno de los aspectos que definieron y determinaron la actividad de los mecenas y promotores, buscaban los nuevos usos y aplicaciones de la obra de arte, que en este caso obedecían la necesidad de la recuperación y rehabilitación de la antigua Roma y el prestigio de su papado.

Al exterior encontramos una capilla común a las del renacimiento, alta y rectangular de ladrillo y sin ningún adorno ni escultórico ni pictórico, no tiene fachada principal, ni entradas exteriores solo se accede a ella a través del palacio apostólico.

En su interior encontramos un espacio de planta rectangular de 40m de larga por 13 de ancha y 20 metros de alta, dimensiones que coinciden con las del templo de Salomón según el antiguo testamento y cubierta con una bóveda de cañón rebajada con lunetos sobre las ventanas para facilitar la iluminación. Su bóveda esta cortada en sentido transversal por pequeñas bóvedas, que la dividen en su nivel mas bajo en una serie de grandes pechinas elevadas sobre las pilastras poco profundas entre las ventanas. La mampara de mármol divide la capilla en dos partes el lado del altar y el de los peregrinos o fieles.

Pero sin duda la grandeza de esta obra la encontramos en su decoración que inunda todo el recinto interior. Normalmente siempre que se habla de la decoración capilla sixtina se relaciona inmediatamente el nombre de Miguel Ángel como su autor pero este es un dato erróneo ya que en la capilla sixtina encontramos a otros autores además de Miguel Ángel como Rafael, Botticelli, Ghirlandaio o Perugrino, aunque si que es cierto que el magnifico trabajo que Miguel Ángel realizo en la bóveda a eclipsado a todos los demás autores.

Las paredes están divididas en tres niveles principales. El más bajo está decorado en oro y plata pintado al fresco, imitando pliegues de tapices o cortinajes. Esta decoración se pensó para embellecer las paredes vacías cuando los tapices de Rafael no estaban expuestos en ellas. El nivel central tiene dos ciclos de pinturas que se complementan, La Vida de Moisés y La Vida de Cristo. Fueron encargados en 1480 por Sixto IV y realizados por Ghirlandaio, Botticelli, Perugino y Cosimo Rosselli, junto a algunos de sus ayudantes, como Pinturicchio. El nivel más alto está dividido en dos zonas. En la zona baja, entre las ventanas, hay una Galería de Papas, pintadas al mismo tiempo que las Vidas. Sobre de los arcos de las ventanas están los lunetos, en donde se encuentran los Antepasados de Cristo, pintados por Miguel Ángel como parte de la decoración de la bóveda.

Miguel Ángel fue un escultor, pintor, arquitecto y poeta italiano del renacimiento, que dejó impreso en el arte su fogoso temperamento; considerado uno de los más grandes artistas de la historia, desarrolló su labor entre Florencia y Roma, que era donde vivían sus grandes mecenas, la familia Médicis de Florencia, y los diferentes papas romanos. Triunfó en todas las artes en las que trabajó, caracterizándose por su perfeccionismo. La escultura, según había declarado, era su predilecta y la primera a la que se dedicó; a continuación, la pintura, casi como una imposición por parte de Julio II y que se concretó en una obra excepcional que magnifica la bóveda de la Capilla Sixtina. Durante los últimos años de su vida, se dedicó sobre todo a trabajos de arquitectura.

Miguel Ángel Buonarroti recibió en 1508 el encargo de Julio II de repintar el techo de la Capilla. Originalmente estaba pintado como un cielo azul con estrellas doradas. Para Miguel Ángel, el proyecto era sólo una distracción de su trabajo como escultor de mármol, que le había mantenido ocupado durante los años previos. Para alcanzar el techo, Miguel Ángel necesitaba un soporte; la primera idea vino del arquitecto del Papa, Donato Bramante, que quería construir un andamio colgado con cuerdas. Sin embargo, la idea de Bramante no sirvió, y la estructura que construyó era defectuosa (Agujereó el techo para colgar cuerdas que sujetasen el andamio). El problema fue presentado al Papa, que ordenó a Miguel Ángel que construyera su propio andamio. Miguel Ángel creó una plataforma de tablas de madera sujetas sobre soportes enganchados en agujeros de las paredes, sobre las ventanas. Él se situaba sobre este andamio mientras pintaba.
Miguel Ángel usó colores vivos, fácilmente visibles desde el suelo. Cuando el trabajo estuvo terminado, había pintado más de 300 figuras, que mostraban la Creación, Adán y Eva en el Jardín del Edén y el Diluvio Universal.

El programa iconográfico se enlaza con los temas de las paredes laterales: ilustra el largo período de tiempo que vivió la humanidad esperando la llegada de Cristo, las profecías que preanunciaban este acontecimiento y la creación del mundo. Todas las figuras se incluyen en una estructura arquitectónica monumental pintada que se superpone a la bóveda verdadera.

La interpretación de las pinturas, por tanto, puede articularse en tres partes:
Primera parte: en los triángulos (enjutas) y en las lunetas sobre las ventanas están los antepasados de Jesucristo siguiendo el orden citado por el evangelio de San Mateo, en espacios angostos y poco profundos, hombres y mujeres, la humanidad y el sucederse de las generaciones, esperan, exhibiendo posturas y actitudes diferentes, el gran acontecimiento de la Revelación. En las cuatro enjutas angulares se ven unos episodios relativos a la salvación del pueblo de Israel. A partir de la antigua entrada, se hallan: “Judit y Holofernes”, “David y Goliat”. “Serpiente de bronce” y el “Castigo de Amán”.

En la franja externa son los siete Profetas bíblicos y las cinco Sibilas paganas que preanunciaron la llegada de Cristo

En los rectángulos centrales hay nueve escenas las tres creaciones comienzan con el recuadro de la “Separación de la luz y las tinieblas” con la figura del Creador envuelto en una túnica roja, que ocupa casi completamente el espacio a disposición con un escorzo en perspectiva de gran complejidad. Miguel Ángel completó esta pintura en una sola jornada de trabajo, como lo demuestran los recientes estudios efectuados una vez terminada la limpieza del fresco.

“Creación de los astros y de las plantas”, escena dividida en dos partes asimétricas, en cada una de las cuales se encuentra la figura del Señor

“Separación de la tierra y de las aguas” También éste expresa una intensa sugestión gracias a la visión en perspectiva que propone, nunca intentada antes.

“Creación de Adán”, composición cuyo eje, levemente hacia la izquierda, está constituido por las dos manos de los protagonistas que acaban de separarse después haber estado en estrecha unión.Es interesante notar que, en realidad, ambas figuras, la del Creador y la de Adán, proceden del mismo cartón preparatorio, como si de este modo se quisiera confirmar la expresión bíblica: “Creó ... Dios al ser humano a imagen suya”

“Creación de Eva”: en la obra de Miguel Ángel la primera mujer nace de la roca viva y no de la costilla de Adán, como narra la Biblia.

 “Pecado Original” (a la izquierda) y por la “Expulsión del Paraíso Terrenal” (a la derecha), episodios divididos por el árbol del mal sobre cuyo tronco se ve el cuerpo enroscado de la serpiente . Así también los cuerpos de los progenitores han cambiado después de haber cometido el pecado, se los ve envejecidos, lo cual demuestra que según Miguel Ángel el aspecto físico expresa la propia espiritualidad.

“Sacrificio de Noé”, describe el agradecimiento del Patriarca hacia el Señor después del diluvio.

“El Diluvio Universal”, A la derecha hay una tienda, donde se refugian aterrorizados los que serán víctimas del diluvio; en el centro, Noé con una barca, va llevando a los pocos supervivientes hacia el arca, símbolo de la Iglesia, representada en la parte superior, a la izquierda. En primer plano, estructurada sobre una diagonal, se representa la salvación. En la escena aparecen 60 figuras recortadas contra un fondo claro, en un paisaje profundo.

“Embriaguez de Noé”, que marca el reanudarse de la vida y de la actividad agrícola sobre la tierra.

Las escenas del Génesis están contorneadas por los “Ignudi” o Desnudos, extraordinarias figuras masculinas, de complexión poderosa, que podrían aludir a la belleza del hombre, creado a imagen y semejanza de Dios. Su función compositiva es notable porque interrumpen la continuidad en la estructuración y unen los diferentes recuadros del Génesis. Las imágenes en primer plano se destacan mediante bordes netos y precisos, mientras que las más distantes, están tratadas con pinceladas más fluidas y bordes esfumados según una técnica que Miguel Ángel probablemente aprendiera de su contemporáneo Leonardo.

 En el año 1535, veinticinco años más tarde de que Miguel Ángel pintase la bóveda de la Capilla Sixtina, otro Papa, Paulo III (de la familia Farnesio) le encargó la decoración de la pared posterior de la iglesia, en la cabecera de la capilla. Esta obra va a suponer la culminación del estilo pictórico del genial artista, quien tardó en realizarla cinco años.

Esta obra es símbolo de la supremacía del papado después de los trágicos acontecimientos del saqueo de la ciudad de Roma por fuerzas germánicas y tras la crisis luterana.
Lo primero que hizo Miguel Ángel antes de pintar el juicio final fue forrar la pared colocando una superficie de ladrillos levemente inclinada desde lo alto (26cm) dar mayor grandiosidad a las imágenes superiores infundiendo temor y respeto al poder de Dios. Esto supuso la perdida de algunos de los frescos del Quattrocento y las lunetas que había pintado el mismo Miguel Ángel.

El fresco es de enormes dimensiones 13.70x12.20 m incluye unas 400 figuras de las que se han identificado aproximadamente unas 50.

No utiliza los artificios de la división espacial de la bóveda, aunque hay cuatro bandas horizontales perfectamente diferenciadas debajo de los lunetos superiores que configuran el muro. Las escenas no quedan individualizadas por falsas arquitecturas que organizan el espacio, sino que toda la interpretación que Miguel Ángel realiza del “Juicio Final” se muestra en una sola representación indivisible.

En la mitad superior de la pared se encuentra el mundo celeste, con una figura central que atrae nuestra atención, es un Cristo heliocéntrico que gira sobre sí mismo en una línea compositiva helicoidal (la toman los manieristas, es la línea serpentinaza), que tiene a su madre, María a su lado sentada, enroscada sobre sí misma. Es un Cristo Juez, presentado totalmente desnudo, con un brazo en alto, rodeado por una serie de gigantescas figuras que parecen aterrorizadas en su presencia, de manera que incluso María parece recogerse con cierto temor. Como reflejo de la perfección divina escoge representar la belleza del cuerpo humano desnudo, ya que como neoplatónico que es, concibe la absoluta pureza como representación de la desnudez, esto supuso una disputa con el cardenal Caraza que acusaba al artista de inmoral y obsceno, (como respuesta Miguel Ángel represento al cardenal como Minos el dios del infierno) C, más tarde la Curia romana encarga a Daniel Volterra cubrir los desnudos.

Alrededor de Cristo, formando una primera corona se sitúan santos, patriarcas, profetas,…y más abajo confesores, mártires, vírgenes. A los pies del Salvador, aparecen dos mártires en una posición principal, son San Lorenzo y San Bartolomé (que aparece mostrando su pellejo, donde según se dice el rostro que representa en él, es el autorretrato del artista), a los que estaban dedicadas las capillas de la Asunción y la Sixtina. En la parte superior, en los dos lunetos, observamos grupos de ángeles que llevan instrumentos de la Pasión.

En la mitad inferior de la pared vemos a los ya juzgados que, o bien suben al cielo por la izquierda o son arrastrados al infierno por la derecha. En el centro unos ángeles despiertan a los muertos de sus tumbas. En la zona inferior izquierda está simbolizada la “Resurrección de los Muertos” y en la derecha el traslado de los condenados ante el juez infernal “Minos” en la barca de Caronte, fusionando así el mundo cristiano con el de la mitología clásica. En el centro, una caverna que puede ser la boca del infierno (o la entrada al limbo), hace que se pueda relacionar la obra con el mito de la caverna de Platón, dado el neoplatonismo que caracterizó el pensamiento de Miguel Ángel.

En esta obra observamos una fuerza ascendente arrolladora en los elegidos que van hacia la Gloria, y una caída al abismo de los que se condenan, plasmada con una grandiosidad sin par gracias a los potentes escorzos. Las figuras están realizadas en una escala grandiosa. En su conjunto resulta una conmoción anteclásica, por sus atrevidísimos escorzos, la vorágine de cuerpos en vuelo, por semejar una especie de tapiz plano, sin buscar la captación de la tercera dimensión, tan solo la utilización del fondo azul que, como color frío que es hace que las figuras tiendan a alejarse. Todo este conjunto de elementos, los atrevidos escorzos, el movimiento enroscado, la deformación del canon, el abigarramiento de las figuras, y la gama cromática metalizada, van a ser los principales elementos que adopten los pintores que continúan trabajando el la segunda mitad del siglo XVI, los manieristas.

La primera restauración de los frescos de la capilla sixtina se produjo entre junio de 1980-octubre 1984 consistió en restaurar los lunetos pintados por miguel ángel, del 1984-1989 el trabajo se centro en la bóveda (los restauradores utilizaron los mismos andamios que fueron utilizados por miguel Ángel) para finalizar se trabajo el juicio final. Por ultimo se restauraron los frescos de las paredes. La restauración completa se mostró al público en 1999. Con esta restauración se supo que todos los frescos de Miguel Ángel estaban pintados en buen fresco (sobre yeso recién puesto, no trabajaba en seco).













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