LA VIRGEN DE LAS ROCAS
Leonardo Da Vinci
La Virgen de
las Rocas es el nombre que reciben dos cuadros del gran Leonardo Da
Vinci, los cuales están pintados con idéntica composición pictórica.
La primera de las
dos versiones, que actualmente se exhibe en el Museo del Louvre en París, es
considerada como la obra original, dado que se pintó entre los años 1483 y
1486. Está titulada como La Vierge aux rochers.
Ésta fue
transferida a lienzo desde el panel de madera donde se situaba anteriormente.
La segunda se
encuentra en la National Gallery de Londres, y es posterior a la del Louvre,
dado que se realizó entre 1492 y 1508. Es conocida como Vergine delle Rolcce.
A diferencia de
la primera, esta obra aún permanece sobre tabla y hay que señalar que es
posible que Leonardo recibiese la ayuda de algún otro autor para pintarla, como
podrían haber sido los hermanos Predis.
También existen
teorías que afirman que esta segunda pintura fue realizada por un discípulo de
Leonardo.
Este cuadro fue
encargado para decorar el altar de la capilla de la iglesia San Francesco
Grande de Milán y debía celebrar la Inmaculada Concepción. En el contrato se
estipulaba que se debían realizar tres pinturas: en la tabla central debía
aparecer la Virgen con el Niño y dos profetas y ángeles, y en las otras dos,
cuatro ángeles cantores y músicos. Es decir, la obra encargada era un tríptico.
Este cuadro tuvo
un éxito rotundo y fue copiado innumerables veces.
La Virgen de las
rocas es un cuadro grande (2 metros de alto por
1.20 de ancho), realizado siguiendo la técnica del óleo sobre tabla y
muestra la escena como si de un arco de medio punto se tratara.
El brillante
Leonardo decidió representar el momento de la infancia de Cristo en el que Juan
Bautista, huérfano, el cual está refugiado dentro de una gruta y protegido por
un ángel, encuentra a la Sagrada Familia en su huida a Egipto.
La interpretación
que se le ha dado tradicionalmente a este cuadro es la de que representa a la
Virgen María en el centro, la cual empuja a Juan hacia el pequeño Jesús, que se
encuentra sentado al lado del ángel Uriel (que participó en la crianza de Juan
Bautista al salvarlo de la matanza llevada a cabo por Herodes). Jesús bendice a
Juan, que extiende su mano en signo de oración y le reconoce como Mesías.
En cuanto a la
composición, Da Vinci utiliza la forma piramidal. El vértice superior se
situaría en la cabeza de la Virgen, que está ladeada y oculta su cuerpo bajo
amplios ropajes. Cabe destacar el perfecto escorzo que emplea el autor para
dibujar su mano derecha que está extendida sobre la cabeza de su hijo. Su otra
mano se encuentra sobre el otro niño. Los lados caerían hasta el cuerpo de
Juan, arrodillado al igual que la Virgen y en actitud de alabanza, y el ángel, que mira de frente al exterior de
la composición y señala a Juan. Queda en el centro Jesús, que se ve realzado
por su posición bendicente y su iluminación. Finalmente, una línea imaginaria
une la base de la pirámide por debajo de ellos.
La forma
piramidal o triangular tiene doble simbología: representa los tres vértices de
la Santísima Trinidad.
Como evidencia
del Renacimiento en el cual fue pintada la obra, Leonardo pinta a los
dos niños desnudos y con un halo de luz que emana de sus cuerpos, para
evidenciar su pureza.
También es
característico de este autor usar dos focos de luz, uno principal que
representa la luz que viene de fuera del cuadro, y otro secundario e interior,
que penetra por detrás de las rocas y recorta las figuras sobre el fondo. Así,
juega con el claroscuro y con el elemento de la luz para incidir en los
personajes principales y crear un ambiente misterioso, sobre todo en el
paisaje, el cual queda en penumbra.
Mediante la perspectiva
aérea se disecciona el espacio en tres partes: dos en los lados del
horizonte y otro hacia abajo.
Podemos
distinguir entre colores fríos, como el azul de las ropas de la Virgen o
el verde del paisaje, y colores cálidos, como el naranja o los
diferentes tonos de marrón que dan vitalidad a los personajes.
Se crea una
ilusión óptica mediante los colores, ya que usando diferentes tonalidad de azul
y haciendo menos detallados los objetos conforme se alejan del plano principal,
se consigue dar el efecto de profundidad.
El espacio o
paisaje representado también cobra mucha importancia, dado que Leonardo había
estudiado con meticulosidad gran cantidad de especies vegetales, lo que queda
reflejado en las formaciones que componen la naturaleza dentro del cuadro.
En el trazo de
estas plantas, recuerda al autor flamenco Jan Van Eyck.
El paisaje
representa una spelunca o refugio montañoso alpino formado por rocas y
aguas que se arremolinan, algo completamente novedoso ya que no es toscano como
se solía pintar en los cuadros de la época.
Muy
característico de toda la obra pictórica de Leonardo Da Vinci es el uso de la
técnica del sfumato, que consistía en conseguir un efecto
vaporoso aumentando varias capas de pintura extremadamente delicadas, que
proporcionaban a la composición unos contornos imprecisos para darle a la
imagen aspecto de vaguedad y lejanía. El propio Da Vinci definía esta ténica
como ‘sin líneas o bordes, en forma de humo o más allá del plano de enfoque’.
Hay muchos
estudios realizados alrededor de esta pintura, ya que según recientes teorías
tal vez las figuras de Jesús y Juan Bautista no se correspondan realmente con
la interpretación que se les ha dado, ya que el Hijo del Señor podría ser el
niño al cual ampara la Virgen y el profeta el niño situado en el centro de la
composición.
Además la obra
encierra otros símbolos o enigmas, como la cara del ángel Uriel, la cual podría
ser femenina o masculina, ya que se considera que los ángeles no tienen sexo.
En cuanto a las
diferencias entre el primer cuadro, es decir, el del Louvre, y el segundo de la
National Gallery, hay que señalar varias: el de Londres es de un estilo más
maduro; el ángel Uriel no apunta a Juan, sino que mira al niño Jesús; aparecen
los halos y la tradicional vara cruciforme de Juan; el paisaje es mucho más
elaborado; las figuras son mas grandes, dando así impresión de monumentalidad,
y tienen menos riqueza de matices, es decir, son más sólidas y recortadas.
Para muchos
críticos y expertos en pintura, La Virgen de las Rocas es la gran obra
maestra del comienzo de la carrera de Leonardo Da Vinci.
Leonardo, nacido
en Florencia, fue famoso no solo como pintor, sino como escultor, arquitecto y
científico. Su profundo amor hacia el conocimiento fue clave a la hora de
desarrollar su obra.
Sus innovaciones
en el campo de la pintura determinaron la evolución del arte italiano.
Este gran artista
también era un personaje particular, pues era vegetariano y denominaba a los
omnívoros como ‘devoradores de cadáveres.
Era homosexual y
mantuvo relaciones con muchos de sus aprendices, especialmente con Salai, e
incluso fue denunciado por pederastia.
También
diseccionó numerosos cadáveres debido a su interés por el cuerpo humano, a
pesar de que esa práctica estaba prohibida.
Da Vinci vivió
durante la transición entre el Quattrocento y el Cinquecento italianos, aunque
se le suele considerar como uno de los genios de esta segunda época,
caracterizada por el cambio del centro cultural de la Florencia de los Medici a
la Roma de los papas.
Como
curiosidades, se deben nombrar el descubrimiento en el año 2005 de una tercera
versión del cuadro que también se le atribuye a Leonardo, que fue expuesta en
la muestra Leonardo: Genio e visione in terramarchigiana, y también la
alusión que el famoso novelista estadounidense Dan Brown hizo a La Virgen de
las Rocas en su libro El Código Da Vinci, en el cual aseguraba que
la versión del Louvre contiene símbolos ocultos.
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