martes, 12 de marzo de 2013

Paula Pérez, Noelia Vaquero y Eugenia Lamas



LA SAGRADA FAMILIA DEL PAJARITO
Esta obra fue realizada por Murillo en el año 1650, es un óleo sobre lienzo de 144x188cm. Su título es La sagrada familia del pajarito. Su nombre se debe al pajarito que el niño Jesús sostiene en su mano derecha. Actualmente se encuentra en el museo del Prado, Madrid, desde 1819, pero anteriormente estuvo en varias colecciones particulares, como la colección de la reina Isabel de Farnesio y en el museo de Napoleón. Pertenece al Barroco naturalista que habían puesto de moda Zurbarán y Velázquez, en Sevilla. Es de tema religioso aunque no aparecen elementos divinos o celestiales, puesto que trata de mostrar una escena de la vida cotidiana.

El autor es Bartolomé Esteban Murillo (1617-1682) pertenece a la pintura Sevillana, Sus primeras obras las realizó en el estilo frío dentro del naturalismo tenebrista propio de Caravaggio, pero después de realizar un viaje a Madrid y visitar las colecciones pictóricas de la Corte, cambió su concepción de la pintura abandonando el efecto de claroscuro, esta etapa correspondería con la etapa cálida. Se empezó a interesar por la luminosidad y las apariciones celestiales realizadas a través de pinceladas sueltas y gran riqueza de colores, correspondiente a la etapa vaporosa. Murillo es el pintor religioso por excelencia, fue también   un espléndido retratista cosa inusual entre los artistas españolas de la época. Para sus creaciones artísticas utiliza dos temas diferentes el religioso, de estilo sencillo y amable con protagonistas populares, pero de gran elegancia como La Inmaculada Concepción  y la representación de niños de la calle relacionados con la novela picaresca como Los niños comiendo fruta.

En esta imagen mueble podemos ver a la Virgen María, San José y al niño Jesús en lo que podría ser una acción cotidiana de la familia. Es una escena figurativa que representa diferentes acciones y busca una semejanza a la realidad. Es también, un retrato colectivo, sedente y de cuerpo entero. En la imagen aparece la Virgen dejando de hilar para observar como su marido y su hijo juegan, mientras se come una manzana. San José sostiene al niño que juega con el perro mostrándole un pajarito.

Centrándonos en cada uno de los personajes a José se le representa por primera vez más cercano al niño que la Virgen destituyendo a esta a un segundo plano, su rostro refleja inteligencia, paciencia, con actitud paternal y amable. Murillo pretendía mostrar la paternidad de José sobre Jesús.

A diferencia de obras anteriores María se muestra protectora pero a distancia, ya que no se encuentra junto a él. El manto de María no es de color azul como venía siendo hasta ahora, sino que aparece representado de color marrón para mantener la tonalidad de marrones, rojizos y ámbar.  Podemos identificar al personaje de San José por su banco de carpintero situado detrás de él y a la Virgen con la rueca a la que el pintor da movimiento a través de leves pinceladas.

El niño Jesús es el elemento central de la composición. Aparece jugando típico en un niño de su edad. En frente suyo se encuentra el perro que simboliza la fidelidad.
Con respecto a la composición las imágenes del niño y del padre forman una figura triangular; el autor consigue una sensación de profundidad a través de la iluminación y el tamaño de las figuras.

Refiriéndonos a los colores que siguen el estilo naturalista podemos distinguir entre cálidos como el anaranjado de la tunica de San José y fríos como la tunica blanca del niño. Todos secundarios o mixtos como el marrón del pelo de San José o el granate del vestido de la Virgen. Las tonalidades de la epidermis son mas claras en la Virgen y en el niño que en la de San José que es más morena. También podemos ver colores más oscuros como la ropa de San José.

El autor muestra una gran variedad de texturas con gran detallismo como la cesta de mimbre, el pelo del perro (figura muy presente en los cuadros de Murillo), los pliegues de los paños, la piel, las plumas del pajarito, el hilo de la rueca, la madera del banco de carpintero.

La luz parece procedente de un foco natural que ilumina mayormente al niño Jesús haciéndole así protagonista de  la obra. Murillo parece dejar de lado el tenebrismo aunque si aparece en la esquina superior izquierda y en menor medida la esquina superior derecha.

Hay movimiento en la rueca de la Virgen, en la pata levantada del perro, en el brazo de la Virgen comiéndose una manzana o el brazo derecho del niño elevando el pajarito. El autor se inspiraba en personas de la calle o conocidos para dar un mayor realismo a la hora de realizar sus obras.

Puede apreciarse cierta influencia de la pintura de Rafael.

La influencia de Murillo en la pintura española se extendió hasta el siglo XIX, fundamentalmente en Sevilla. Actualmente está considerado como uno de los grandes maestros de la historia del arte y sus cuadros se reparten con prestigio en todos los grandes museos del mundo.

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